Muchos artistas lo intentaron y presentaron sus obras en el Palacio Real, el gran día había llegado.
El Rey observó con atención y admiró todas las pinturas,
pero sólo hubieron dos que realmente le gustaron y decidió tomar la decisión
entre una de ellas.
La primera era un lago muy tranquilo. Un espejo perfecto
donde se refle- jaban las plácidas montañas, coronadas de nieves eternas que lo
rodeaban. Sobre estos enormes picos se encontraba
un cielo muy azul con tenues nubes blancas.
Todos quienes miraron esta pintura pensaron que esta era el
reflejo mismo de la “Paz perfecta”.
La segunda pintura también tenía montañas pero estas eran
escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo pesado, oscuro y furioso
del cual caía una lluvia torrencial, con relámpagos, truenos y rayos. Montaña
abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua.
Todo esto no se revelaba para nada pacífico.
Pero cuando el Rey observó cuidadosamente la pintura, logró
ver tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En
este arbusto se encontraba un nido.
Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua,
estaba anidado plácidamente un pajarito en medio de su nido... “La Paz
perfecta” El pueblo entero se preguntaba qué cuadro elegiría el Rey El sabio
Rey escogió la segunda pintura, y explicó a todos sus súbditos el porque...
"Por qué," explicaba el Rey... -"Paz no significa estar en un
lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Debemos
reflexionar que la Paz significa que a pesar de estar en medio de estas
adversidades o rutinas, a la merced de presiones y urgencias, podamos permanecer
calmados dentro de nuestro corazón.
Este es el verdadero significado de la Paz." Este relato es interesante para leer y
releer en esta época vertiginosa que nos toca vivir. Siempre pensamos que con
el correr de los años la calidad de vida iba mejorar gracias a las nuevas
tecnologías y no sólo que esto no ha ocurrido, sino que cada vez parece ser que
vivir se torna más difícil, más complicado, más competitivo.
Es una época en la que cuesta mantener un equilibrio y
crecer, dejando de lado el consumo y la competencia despiadada. Vivimos un
constante volver a empezar ya que cuando uno terminó de construir algo parece
que la única manera de subsistir es derribarlo y volverlo a construir de otra
forma que le permita enfrentar los cambios vertiginosos y constantes que se
generaron en el interín.
Pero esta es una realidad y hay que enfrentarla. El relato
nos hace pensar en que debemos encontrar nuestra propia paz y ayudar a nuestra
gente a encontrarla, sea cual fuere el contexto y en base a esta búsqueda es
que todo va a comenzar a cambiar. No es una expresión de deseo, es una actitud
positiva que los exitosos comparten.
Debemos pensar de adentro hacia fuera y no al contrario. Son también momentos buenos para
reflexionar, hacer balances y generar cambios radicales desde uno mismo para
poder después con una visión más clara hacer los cambios necesarios en nuestras
empresas.
Daniel Cestau Liz